admin/ septiembre 28, 2020/ Uncategorized/ 0 comentarios

Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) es un término extensivo para la tecnología de la información (TI) que enfatiza el papel de las comunicaciones unificadas y la integración de las telecomunicaciones (líneas telefónicas y señales inalámbricas) y las computadoras, así como el software necesario, el middleware , almacenamiento y sistemas audiovisuales, que permiten a los usuarios acceder, almacenar, transmitir y manipular información.

La aplicación de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación cobran cada día mayor interés dentro de la sociedad contemporánea, entre ellas se destacan las siguientes: Computer conference, E-mail, Internet, entre otros, los que constituyen nuevos canales de comunicación.  Al mismo tiempo debemos tener presente la contradicción que existe entre la tecnología y el alcance generalizado de la población a esta, para poder dar un salto cualitativo en el aprendizaje que se produce al introducirse las mismas lo cual puede traernos innegables beneficios (desarrollo cultural, participación social, bienestar económico, mayores posibilidades educativas), y también pueden ser artífice de  graves peligros tales como: uniformidad cultural, exclusión social, aumento de las desigualdades educativas, sobre todo en aquellas personas que no sean capaces de adaptarse a las exigencias que conlleva vivir en ella, bien por desinterés, desconocimiento o un menor nivel educativo, el fenómeno de transculturación y el divisionismo ideológico.

La denominada superautopista de la información no es más que un conjunto de tecnologías contemporáneas que permiten la distribución electrónica de texto, video, datos y voz, que circulan a través de gigantescas redes telemáticas.

Las nuevas tecnologías disponen de nuevas capacidades para tratar la información como son:

  1. Su gran capacidad para almacenar enormes cantidades de información. Esto cambiará el papel tradicional del profesor como fuente de información a un orientador en los procesos de enseñanza aprendizaje con su alumnado.
  2. Las nuevas formas de comunicación entre los individuos. Las redes de comunicación y telemática posibilitan el intercambio de información entre ordenadores de un modo eficiente y transparente, rompiendo los obstáculos espaciales y temporales que en otras épocas eran impensables.
  3. La capacidad de tratamiento de la información, y no sólo textuales, sino de otros sistemas de símbolos, hoy muy arraigados en la vida cotidiana como son los lenguajes audiovisuales, multimedia, hipertexto, etc.

El mundo ha llegado a niveles de complejidad inimaginables y, con ello, aparecen retos y desafíos jamás pensados.

Los niños se inician en la TICs a edades muy precoces, cuando aún no han desarrollado la capacidad de comprender términos como: el respeto a uno mismo o a los demás, la importancia de la privacidad, información sensible que no debe ser revelada, la propiedad intelectual o de información no adecuada a su edad, etc. La adolescencia es también un periodo muy problemático y de alto riesgo; la mayoría de sus problemas de salud son debidos a sus comportamientos y hábitos, con consecuencias potencialmente graves para su vida actual y futura: accidentes, violencia, consumo de drogas, conductas sexuales de riesgo y el uso inadecuado de las nuevas TICs, entre otros. En esta época, es típica la sensación de falsa invulnerabilidad, la necesidad de intimidad y de experimentar, predomina la acción sobre la reflexión, no se preocupa por las consecuencias futuras, se rechazan las normas de los adultos y, en la búsqueda por su independencia, piensan que pueden resolver sus problemas sin la ayuda de los adultos; por ello, es un grupo especialmente vulnerable. La OMS estima que el 70% de las muertes prematuras en el adulto se debe a conductas iniciadas en la adolescencia. Es preciso tener en cuenta que la mayoría de estas conductas son prevenibles.

El uso de las TICs conlleva muchos beneficios: educativos, permiten obtener y compartir información en diferentes formatos, herramienta de trabajo, colaborar con grupos, entretenimiento, etc., pero conlleva también muchos riesgos. Por otro lado, los adultos desconocen los aspectos técnicos y minusvaloran los posibles riesgos.

Los niños y adolescentes saben usar las TICs, pero no saben hacerlo de forma responsable, ni son conscientes de las múltiples amenazas que les acechan: información inadecuada con contenidos violentos, pornografía, pérdida de la privacidad, suplantación de identidad, ciberbulling (acoso entre menores a través de medios tecnológicos), grooming (acoso digital de un adulto a un menor con fines sexuales), sexting (difusión de imágenes o vídeos de tipo sexual producidos por el propio remitente, principalmente a través del teléfono móvil) y la adicción a las pantallas, entre otros. Las consecuencias van desde alteración del rendimiento, aprendizaje y fracaso escolar, distanciamiento de su entorno (familia, amigos), problemas psicosomáticos, trastornos del sueño, emocionales y psiquiátricos a, incluso, el suicidio. Dada la gravedad de estos cuadros, se requiere para su abordaje un tratamiento multi e interdisciplinar coordinado en los diferentes ámbitos: familiar, escolar, social, policial y judicial.

Somos la primera generación en la historia en la que, de manera masiva, la transferencia de conocimientos tecnológicos se realiza de hijos a padres, y no al revés. Es preciso que todos los adultos: padres, profesores y profesionales sanitarios estén formados para ayudar a la población infantojuvenil en la prevención, identificación precoz, y tratamiento adecuado de los problemas asociados a las TICs. El pediatra constituye la puerta de entrada al sistema sanitario y es el primer profesional al que se consulta por todo tipo de problemas orgánicos, psicológicos y sociales, y debe estar preparado para ayudar no solo a las víctimas sino, también, a los agresores y a los observadores.

Estas Tecnologías han sido incorporadas en los sistemas educativos del mundo entero con la promesa de brindar mejoras en el sistema escolar. Los países de América Latina han realizado a lo largo de este tiempo importantes esfuerzos para no permanecer al margen de esta tendencia global. A finales de los ochenta y principios de los noventa, se comenzaron a gestar las primeras políticas y programas TIC orientados a las escuelas. Este proceso ha estado guiado por la visión de que las TIC tienen la capacidad potencial de alterar el escenario donde se introducen y, por tanto, que pueden facilitar la revisión y reformulación de prácticas prevalecientes, impulsando cambios y mejoras en las condiciones estructurales del sector. Las expectativas han sido que las TIC contribuirían a enfrentar los desafíos más importantes que tienen los países de la región en el campo educativo. Entre estos desafíos se encuentran garantizar una educación de calidad, mejorar la eficiencia de los sistemas educativos y garantizar la equidad del sistema en distintas dimensiones.

 

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